lunes, 4 de mayo de 2015

La aventura comenzó

Escuela del caserío San Pedro
Con el horizonte puesto en disfrutar las maravillas amazónicas de la selva peruana, planeamos un viaje de placer.

Una vez definido nuestro objetivo de descanso, buscamos la manera de llegar con motivación lectora a alguna de las comunidades que estarían cercanas a nosotros. Fue así como ubicamos  el caserío de San Pedro, en jurisdicción de la ciudad de Iquitos, Allí, los niños tienen un aliciente hacia la lectura que proviene de un hospedaje turístico

De esta manera y deseosos de incorporar en nuestro viaje de placer una oportunidad de extender los beneficios de leer, planeamos las actividades que consideramos serían importantes.  Queríamos reforzar en los escolares la importancia de leer y en los mayores la necesidad de que participen en la formación de ese hábito, así ellos estén alejados de la lectura.


Vista de pájaro del Lodge San Pedro


En este proceso, encontramos un dato alentador.  A orillas del río Nanay, el Lodge San Pedro, lugar de nuestro hospedaje facilitaba a los menores de la zona  material de lectura.


En un comienzo, la idea del dueño del lugar, el ciudadano noruego, Cato Ergar, era  la de permitir que ese material se donara a la comunidad. Pero después, decidió que lo mejor era mantenerlo en su hostal ecológico y que los interesados se acercaran. Así poco a poco se formó un pequeño grupo de lectores.


Cato dando la bienvenida a los niños del taller
Ese importante dato nos permitió reforzar el programa de animación lectora que habíamos decido emprender. Allí se requería  de nuestra presencia para potenciar la iniciativa y abrirle un horizonte mucho mayor a la comunidad sanpedrina.

Y emprendimos nuestra expedición.

Partida del puerto en la ciudad de Iquitos - Explolector Jhonny
En nuestras mochilas iban acomodados algunos libros, papel, colores, tijeras, un teatrín de madera conocido como Kamishibai, cuentos y un pequeño megáfono. La otra  parte del equipaje iba muy seguro en nuestras mentes y corazones de promotores de lectura.  Nos habíamos preparado de acuerdo al perfil que desde el hostal  nos dieron de los pobladores.

Eran colonos, con un promedio de 40 años de vivencia en ese lugar. Viven de la pesca y de sus cultivos. La cercanía con la ciudad de Iquitos, a 35 minutos por el río Nanay, les facilita el comercio.
Pescando en el puerto de San Pedro
Desde nuestro arribo a Iquitos desde Lima,  el personal del Lodge San Pedro, nos facilitó sus servicios.  Llegar a este hospedaje con sus cabañas autóctonas, al mejor estilo indígena, cerca al río, en la selva, fue igual de oxigenante que el encuentro con los niños.


Cabaña del Lodge San Pedro
Con Olmes y Clari, empleados del Lodge, ya habíamos coordinado las reuniones.
Primero con los pequeños, después con la comunidad y luego con autoridades y educadores del único colegio estatal.

Camino a la maloka para realizar el taller de animación lectora
Hicimos talleres con niños y adolescentes.  Les participamos de los libros de cuentos, los leyeron, apreciaron y quedaron encantados. Narramos cuentos con el Kamishibai, hicimos sesiones de cortado de papel y hechura de figuras en tercera dimensión, Kirigami, colorearon, cantamos,  concursaron, ganaron dulces, jugamos y compartimos refrigerio. 

Explolectores Lizette y Jhonny impartiendo un taller de animación a la lectura

Con los adultos desarrollamos una charla sobre la importancia de que motiven la lectura y les dimos ciertas pautas para que lo hagan.  La intención con ellos fue la de proyectar una película sobre la madre analfabeta que valora el poder de la lectura y logra que su hijo sea un destacado médico. 


Reunión con las madres del caserío San Pedro


Desafortunadamente, un  craso error nos impidió este punto. El video no era doblado al español y la capacidad lectora de los adultos no daba para que leyeran los subtítulos.  (A tener en cuenta).

Sin embargo, recurrimos a la narración oral, se enteraron del mensaje y también compartimos un refrigerio. Lastimosamente no pudimos reunirnos con los educadores, para quienes habíamos planeado un taller de fomento lector.

Estuvimos con la comunidad tres, de los ocho días de nuestro viaje.  Pero aparte de estar en un paradisíaco lugar, le dimos un valor agregado al turismo con la lectura. Si en cada viaje de placer, le agregamos al equipaje un libro y ganas de compartir un rato de lectura en voz alta con niños, adolescentes o ancianos, seguro que habremos enriquecido aún más nuestra experiencia.

Es la mejor manera de evitar que aquellos que aprendieron a leer, se pierdan en esa jungla en donde serán devorados por otras prioridades. 


Foto tomada de www.sanpedrolodge.com - Río Nanay